Compartimos con nuestros lectores este cuento que nos ha enviado un amigo:
Cuenta la historia que una anciana china llevaba dos grandes baldes suspendidos en la extremidad de una vara que apoyaba, cruzada, sobre su espalda.
Todos los días, encorvada, hacía fatigosos viajes para traer agua desde el arroyo.
Uno de los baldes tenía una rajadura, el otro era perfecto. Este último siempre llegaba lleno al fin de la larga caminata desde el torrente, mientras que el otro llegaba casi vacío.
Y así la anciana llegaba a su hogar con poco más que un balde de agua.
El balde perfecto estaba orgulloso y feliz de su desempeño, mientras que el balde rajado tenía vergüenza de su defecto.
Después de muchos años, el remordimiento del balde imperfecto fue tan grande que logró el portento de hablarle a la anciana:
- Venerable anciana, tengo vergüenza de mi mismo, debido a mi imperfección llegas con la mitad de agua a tu casa y debes trabajar casi el doble por mi culpa. Ya ves, he logrado el prodigio de hablar pero no logro sanarme, hazte el bien de desecharme, alimenta el fuego de tu hogar con mi madera, si ahorras leña tal vez puedas cambiarla por un balde nuevo, sin falla, así no malgastarás tu energía y tu tiempo.
La anciana, lejos de sorprenderse, sonrió y le respondió:
- ¿Has observado que hermosas flores crecieron de tu lado del camino? Sigue haciendo tu trabajo, que yo hago el mío."
Que este cuento sirva para reflexionar sobre el lugar que cada uno tiene en el Universo y hacer lo que hemos venido hacer.
Bendiciones y abrazos del alma!
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